miércoles, 22 de octubre de 2008

Literatura latina

Como toda la cultura occidental en general, es heredera de la griega, y son los modelos griegos los que los escritores en latin tienden a imitar. La imitación de lo griego se da también en el campo de la mitología, que es la fuente de la inspiración de gran parte de las obras de la literatura latina.
Aunque también hay una gran literatura latina en la edad media y en el renacimiento (épocas en que el latín era la lengua de la cultura), la literatura latina comprende en su senido más habitual las obras escritas en latín por los romanos o súbditos del imperio.

- Época arcaica

Comprende desde el siglo III al siglo I a.C., largo periodo de paz que siguió a la conquista de la Magna Grecia y de la isla de Sicília por los romanos, lo que dio lugar a un contacto directo con la cultura y la literatura griega.

El primer escritor conocido es Livio Andrónico, un esclavo de origen griego que a mediados del siglo III tradujo al latín la Odisea, y se tienen noticias de que escribió también algunas tragedias.

A partir de aquí, van apareciendo los distintos géneros literarios, a veces cultivados por un mismo autor.

En la comédia podemos destacar dos nombres: Plauto y Terencio.

Plauto, que imita a los autores griegos, destaca por la pintura de caracteres y la utilización de la lengua popular. Los personajes de Plauto, muchos de ellos arquetipos de defectos o virtudes (el avaro, el astuto... ) hablan como el pueblo romano de su tiempo, y ése es uno de los grandes méritos de su teatro. Algunas de sus más famosas comedias son: Aulularia (La olla), Miles gloriosus (El militar fanfarrón), Captivi (Los cautivos), Asinaria (Los asnos), y Anfitrión.

Terencio, nació en Cartago y fué esclavo del senador Terencio, que le educó y le dio la libertad y su propio nombre. Se conservan seis obras, con un lenguaje más culto que el de Plauto y una clara intención moralizadora: Adelphi, sobre la distinta educación recibida por dos hermanos: Heautontimorumenus ("el que se atormenta a sí mismo"); Hecira, etc.

A mediados del siglo II a.C. nace la sátira, introducida por Ennio y perfeccionada por Lucilio.

En la prosa histórica sobresale Catón el Censor, el primer escritor latino en prosa, con dos obras: Orígenes, extenso relato histórico del que sólo se consevan fragmentos, y De la agricultura.

- Epoca de César

También llamada época de Cicerón, representa un periodo de transición (88-41 a.C.) entre la época arcaica y la llamada edad de oto de Augusto. En poesía, los nombres principales son Lucrecio y Catulo.

Lucrecio dejó escrito, incompleto, un único poema, De rerum natura (De la naturaleza de las cosas).

Catulo, imitador de la poesía griega de la época alejandrina, es conocido especialmente por sus encendidos poemas de amor a Lesbia (nombre tomado de Lesbos, ciudad en la que vivió la poetisa griega Safo). Con él se inicia en la literatura latina un tipo de poesía amorosa, elegante y refinada.

La prosa histórica es cultivada por Julio César, Nepote y Salustio.

La oratoria cuenta con la figura de Cicerón, el más grande orador romano. Además de sus discursos, entre los que destacan las famosas Catilinarias, escribió tratados de retórica y obras de carácter filosófico y moral.

- Epoca de Augusto

Es la edad de oro, la época clásica de la literatura latina, gracias, entre otras cosas, al papel de impulsor ejercido por el propio emperador Augusto (31 a.C. – 14 d.C.) y a la protección dispensada a escritores y artistas por parte de algunos nobles, como Mecenas.

Los principales autores son, en poesía, Virgilio, Horacio y Ovidio, y en prosa, el historiador Tito Livio.

Publio Virgilio Marón nació en Andes, cerca de Mantua, en el años 71 o 70 a.C., y murió en Brindisi el año 19 a.C.

Su primera obra son las Bucólicas, diez poemas de corta extensión que son otros tantos delicados cuadros de la vida pastoril, siguiendo el modelo de los Idilios de Teócrito.

Las Geórgicas, su segunda obra, constan de cuatro libros: el primero trata del cultivo de los campos; en el segundo, del cultivo de los árboles y de las viñas; en el tercero, de la cría del ganado, y en el cuarto, del cuidado de las abejas, terminando con el episodio mitológico de Orfeo y Eurídice.

A partir del año 30 a.C., comienza, por encargo de Augusto, un poema épico consagrado a los orígenes de Roma. Surge así la Eneida, que, inspiraba en la Ilíada y la Odisea, narra en doce cantos en hexámetros dactílicos las aventuras de Eneas, un guerrero troyano destinado a ser el fundador de la ciudad de Roma.

La historia de Eneas equivale, pues, a la explicación mítica de los orígenes de Roma, y en la mente de Virgilio estaba la idea de relacionar estos orígenes míticos con el creador de la paz romana, el emperador Augusto.

Virgilio, que consideraba inacabado su poema. Rogó al morir que la Eneida fuera arrojada al fuego, pero Augusto incumplió este ruego y la mandó piblicar.

Quinto Horacio Flaco (Venusa, 65 a.C. – 8 a.C.). De Horacio se ha valorado siempre su preocupación por la forma, su delicada sensibilidad, su tono amable e irónico, su sereno lirismo, su equilibrio entre la sociedad y la soledad, lo urbano y lo rural.

Su primera colección de poesías se titula Épodos, amables sátiras de vicios y costumbres la mayor parte. La más conocida es sin duda la que empieza con las palabras Beatus ille... (“Dichoso aquel...”), una de las pesías más imitadas en la literatura occidental, en la cual hace un delicado y tierno elogio del campo y la vida retirada en boca de un usurero romado llamado Alfio.

Publio Ovidio Nasón (Sulmona, 43.a.C. - Tomis, 17 d.C.)

Su obra más conocida, Metamorfosis, narra un amplio conjunto de mitos clásicos de origen griego, en los que siempre se verifica algún tipo de transformación: Dafne se convierte en laurel, Narciso en flor, Atlas en montaña..

De la poesía de estos tres gandes autores tomará el clasicismo renacentista algunos de los temas o tópicos más conocidos, como el carpe diem, el ¿Ubi sunt? (“¿Dónde están?”), para resaltar la fugacidad de todo lo humano al preguntar por personas o hechos del pasado, el beatus ille (elogio de la vida retirada en el campo) o el locus amoenus (el paisaje idílico).

Destacan también en esta época de Augusto los llamados poetas elegíacos. La elegía latina toma de la griega la métrica y los temas, generalmente experiencias íntimas y situaciones sentimentales.

Entre los poetas que escribieron elegías destacan, además de Ovidio, Tíbulo, autor de bellos poemas a sus amadas Delia y Némesis, y Propercio, que se reveló como gran poeta en sus elégias a su amada Cintia.

En la prosa histórica hay que resaltar a Tito Livio, gran amigo de Augusto, que concibió la ide de de escribir la historia Roma en Ab urbe condita (Desde la fundación de Roma). En un tono de epopeya, exalta las antiguas virtudes romanas, recuerda los hombres ilustres e intercala discursos y leyendas.

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